El mercado quita vida y deja destrucción a su paso. Te obliga a vender las horas insustituibles de tu vida para enriquecer a jefes y burócratass: la muerte a plazos. Recompensa a los terratenientes por desahuciar familias, a los ingenieros por inventar máquinas de guerra, a los políticos por la gentrificación y el genocidio.

El capitalismo reduce los bosques a basura los ecosistemas a cenizas. Una subida de la bolsa significa huracanes y olas de calor para nosotras y nosotros. Especie por especie, continente por continente, está convirtiendo el mundo entero en un cementerio. Si no lo abolimos, destruirá todo lo que amamos. Este es un caso claro de defensa propia.